domingo, 6 de noviembre de 2011

EL SUEÑO DE ALIENA

El sueño de Aliena es un microrrelato que hice para un concurso de la cadena de TV Cuatro. A los concursantes nos pedían que teníamos que crear una historia relacionada con la gran novela de Kenn Follet " Los Pilares de la Tierra". Espero que os guste. Un saludo. María Coronado.


“Una oscuridad tenebrosa repta por Kingsbridge, adueñándose de sus pensamientos. Aliena llora recordando sus besos, su risa, su acariciante voz… Se sobresalta al sentir que algo golpea los cristales de la ventana de su habitación.
-Aliena, ábreme, soy Jack…”
            Aliena se incorpora en el lecho. El sudor le rezuma por la frente y el aliento, entrecortado, parece quemar sus labios. ¿Quién es Jack?, se pregunta intentando recordar el sueño. Al día siguiente lo comenta con su ama y ésta le habla con ternura:
-Milady, sois joven y bella y los mozos de Shiring os halagan con frases hermosas. Seguramente habéis oído alguna galantería de alguien con ese nombre y luego lo soñasteis.
-Pero todo parecía tan real… -musita la hija de Bartholomew caminando junto a la dama.
            Martha, la hija del maestro de obras, le sonríe. Dos jóvenes trabajan la piedra en el cobertizo. La niña dice:
-Lady Aliena, él es Jack…
            El pelirrojo la mira y ella siente un estremecimiento.
-Ahora sé que no ha sido un sueño…

domingo, 28 de agosto de 2011

EL MAQUINISTA

¡Hola, amig@s!

Os cuelgo el relato titulado "El Maquinista", que fue uno de los galardonados en la II Edición de los Premios Digi-Book de la Editorial Obrapropia. Espero que os guste. Besos a tod@s.


Todas las mañanas Mario se queda embelesado al ver la locomotora de vapor que, con su humeante silbido, circula por la plataforma superior del muelle-embarcadero del Tinto. Las ennegrecidas vagonetas parecen un gigantesco gusano renqueante, ávido de descargar su pesada carga en el puerto de Huelva.
-Ya traen los ingleses el cobre de las minas… -le dice su abuelo lanzando el sedal a la ría.
-¿Por qué hacen eso? –pregunta el niño sin dejar de contemplar la magnífica estructura de hierro del desembarcadero y a la Mogul.
            Don Alberto ha sido maestro y ahora que está jubilado le complace estar con su nieto y saciar su curiosidad.
-Ellos llevan el metal a Inglaterra en esos enormes barcos y luego lo venden a otros países.
-Deben de ser muy ricos, ¿verdad?
            Don Alberto ríe.
-Sí, hijo, así es.
Los graznidos de las gaviotas, que sobrevuelan la bóveda celeste, se confunden con el traqueteo del tren minero cuando éste inicia la marcha para abandonar el muelle. En ese instante, los rayos del sol se reflejan en la cabina del maquinista y en las cristalinas aguas del Odiel. Mario le saluda desde la orilla y el hombre le corresponde de igual forma.
-¡Me ha visto! –exclama entusiasmado.
-Sí, Mario, te ha saludado –manifiesta el antiguo profesor con una sonrisa en sus labios.
-¡Adiós! ¡Adiós! –grita el pequeño moviendo sus brazos con alegría.
            Poco después, la locomotora Mogul desaparece de sus vistas y don Alberto pregunta a su descendiente.
-Te gustan mucho los trenes, ¿verdad?
            Mario le responde:
-Sí, abuelo. ¿Crees que algún día podré conducir una de esas enormes máquinas?
-Claro, hijo, pero antes tendrás que estudiar y después aprobar las oposiciones en la capital.
-Entonces estudiaré muchísimo para ser el primero.
            El anciano alborota los oscuros cabellos de su nieto con una sonrisa en sus labios.
-Estoy seguro de que lo conseguirás… -Luego fija su mirada en el horizonte y suspira-: Me gustaría contarte la historia de un muchacho que un día quiso ser maquinista igual que tú…
-Sí, abuelo, cuéntamela… -musita expectante Mario.
-Todo sucedió hace mucho tiempo… -Don Alberto mira a Mario fijamente-, diez años después de que los británicos construyeran la vía férrea…
“-Ochenta y cuatro kilómetros separan las minas de Riotinto del puerto del Huelva a través del ferrocarril… -manifiesta mister Vardy en el idioma de Cervantes. Sus alumnos le miran con respeto y también con interés-. ¿Alguien me puede decir quiénes proyectaron ese impresionante camino de hierro? –pregunta con su acento anglosajón.
            El silencio se adueña de la escuela sita en el victoriano barrio de Bella Vista, un lugar exclusivo para el personal inglés por el que se accede tras franquear una garita con guardias. Sin embargo, Berto, el hijo del maquinista, a pesar de que es oriundo del pueblo y no vive en aquella lujosa barriada, puede estudiar con los hijos de los directivos e ingenieros británicos y con los de algunos empleados españoles de la Rio Tinto Company Limited. Su afán por aprender y hablar el idioma de sus amigos le ha convertido en un estudiante aventajado y apreciado por su mentor y por sus compañeros de estudio. Berto levanta su mano derecha. Mister Vardy se quita las lentes antes de hablar:
-Answer back in English, please.
-So will I, Mr. Vardy. Sir George Barclay Bruce and Thomas Gibson did it.
-That’s right, you are a good student.
-Thanks a lot…
            Suena la campana que les anuncia que la clase ha terminado.
-El lunes continuaremos… -pronuncia el profesor poniéndose en pie.
            Los estudiantes se levantan y abandonan el aula de forma comedida, pero cuando salen al exterior sus voces y risas son como un vendaval. La tranquilidad de la barriada se detiene en ese momento. Algunas amas de llave se asoman por los ventanales de los hogares victorianos con sus arrugados ceños y sus caras avinagradas. El pastor de la capilla presbiteriana sonríe desde la puerta del templo y hasta algún que otro dirigente de la corporación se acerca hasta las amplias cristaleras de la Casa Consejo donde se suelen reunir y les ven pasar por la acera, en fila y alegres por el fin de la jornada escolar. Ellos son el futuro –manifiesta jubilosamente Hugh Matheson, el presidente de la RTCL, con su camisa de cuello almidonado, su elegante traje de color negro y el inseparable Montecristo en su mano derecha. Sí, efectivamente son el futuro de Gran Bretaña y gracias a ellos los habitantes de aquella zona del sur de España seguirán progresando y se beneficiarán del ferrocarril más importante del mundo.
Berto, Miguelón, el hijo de uno de los ingenieros españoles de la mina de Corta Atalaya, y Toño, el sobrino de una empleada del Riotinto English Club, lugar de ocio y diversión de la comunidad británica, se despiden de sus compañeros anglosajones y encaminan sus pasos lejos del distinguido barrio inglés.
-¿Os gustaría mañana viajar en tren? -pregunta Berto a sus amigos.
-¿Tu padre nos dejará ir con él? –le interroga Miguelón.
-Sí, me lo prometió la semana pasada –musita formándosele dos pícaros hoyuelos en la comisura de los labios.
-¡Yo voy con vosotros! –prorrumpe Toño entusiasmado.
-¡Yo también! –exclama Miguelón intentando apresar a un saltamontes que acaba de ver entre la maleza. Sus ojos, de color miel, se agrandan por la alegría al proferir-: ¡He cazado a un gañafote!
            Los tres miran al insecto que se agita asustado entre las regordetas manos de Miguelón.
-Vámonos deprisa para que no se me escape…
            Echan a correr por el sendero levantando el polvo amarillento del camino. Llegan hasta el Valle y luego se despiden convencidos de que vivirán al día siguiente una aventura que nunca podrán olvidar.
            Berto entra en su casa. Su madre está haciendo cachelo con bacalao para la cena. El olor de las patatas, el ajo, el pimentón y el pescado impregnan toda la estancia. Su estómago empieza a protestar. María ve a su pequeño y le besa con cariño:
-¿Cómo te fue en el colegio, hijo?
-Bien, madre. ¡Qué bien huele! –Le sonríe.
-Lávate las manos que en cuanto llegue tu padre, comemos.
            El niño obedece y poco después Agustín Fernández, el primer maquinista riotinteño, entra en su humilde pero confortable hogar. Su esposa y su hijo menor le esperan sentados a la mesa. Juan, el primogénito, trabaja en la mina y se fue con las primeras luces del alba hasta Corta Atalaya donde se gana el jornal. Ni Agustín ni Juan quieren que Berto se deje la vida allí ni tampoco que sea uno de los operarios de la RTCL. El pequeño es un buen estudiante y mister Vardy les ha prometido que él le costeará una carrera.
-Padre, ¿nos llevará mañana a mis amigos y a mí con usted en el tren? –interpela entusiasta.
            Agustín le mira fijamente durante interminables segundos. Debajo de sus ojos se dibujan dos profundos cercos azules que delatan su cansancio. El maquinista es un hombre serio y parco en palabras, pero siempre ha cumplido sus promesas.
-Así te lo prometí… -Y se lleva la cuchara a la boca sin volver a decir nada más.
            El niño sonríe y María le insta para que termine la cena y se vaya a dormir. Berto se acuesta todas las noches oyendo las desgarradas notas de una guitarra que alguien toca en la taberna de enfrente, escucha las voces de los mineros que desahogan sus penas con aguardiente, siente el latido de esa tierra a la que ama y también el sonido sibilante de los raíles que le llaman a todas horas… Sueña con conducir una locomotora de vapor, pero ni sus progenitores ni su hermano le entienden… ¿Por qué? –se pregunta mirando a la luna. Si él lo daría todo por ser maquinista como su padre. Suspira deseando que el sol despunte pronto por el horizonte…
Miguelón y Toño les esperan en las cocheras de la Estación del Medio. En sus rostros se dibuja la misma emoción que tiene Berto en su semblante. Agustín Fernández saluda a Julián, el fogonero, un joven que le admira y que es responsable de controlar el fuego, la presión y el agua de la caldera de la locomotora.
-¡Buenos días, jefe!
-Buenos días, Julián. Hoy tenemos compañía…
            Los niños suben expectantes a la cabina. Julián les recibe con una sonrisa y luego les pregunta:
-¿Cuál de vosotros me ayudará a echar el carbón a la caldera?
-¡Yo! –gritan los tres al unísono.
            Agustín Fernández sonríe. Antes de poner en marcha la máquina, el hombre revisa los enganches con los que se acoplan los vagones a remolcar, luego comprueba que las bombas de vapor, los pistones, el regulador y el freno estén en perfecto estado. Vierte el aceite por la tobera de escape para engrasar los cilindros y que éstos funcionen correctamente durante el trayecto. La grasa lubricará por capilaridad los cojinetes de los ejes y los pivotes de los bojes. Agustín mira a su hijo y a los otros críos y les pregunta:
-¿Preparados?
            Los niños asienten felices. El maquinista suspira al accionar la válvula del depósito donde se encuentra la arena. Ésta cae justo delante de las ruedas motrices. Miguelón le interpela:
-Señor Agustín, ¿por qué hace eso?
-Si no lo hiciera, hijo, las ruedas patinarían en los raíles…
            Los pequeños, asombrados por la explicación, permanecen callados durante unos segundos, a continuación, escuchan el silbato y la locomotora se pone en marcha… Sus emocionadas voces se confunden con la de los adultos, con el susurro del viento que roza las hojas de los árboles que se encuentran en el margen izquierdo de la “main line” y con el característico “chuf chuf” de aquel titánico caballo de hierro que arrastra un sinfín de vagonetas repletas de mineral. Llegan a la Naya y poco después a Marín… La locomotora sube despacio la empinada plataforma que discurre paralela al Tinto. Berto contempla, boquiabierto, sus rojizas aguas. Su padre habla cuando dejan atrás la estación de Jaramar:
-Fijaos en su caudal… -manifiesta tras un largo suspiro-. El agua parece sangre…
-Un maravilloso río de sangre... –murmura Berto fascinado.
            Su padre asiente con un ligero movimiento de su cabeza.
-¡Mirad, allí hay un molino!-profiere el fogonero complacido.
            Los niños vislumbran el molino y poco después el tren cruza uno de los ocho puentes que fueron construidos en la vía general para salvar el cauce de la corriente. Se detienen en el apartadero de los Frailes. La curiosidad de los pequeños es patente. Miguelón interroga al maquinista:
-¿Por qué estamos parados, señor Agustín?
            El hombre se gira y le contesta:
-Tenemos que esperar por si viene un tren de Huelva… Dos no pueden pasar a la misma vez.
-Además, la locomotora necesita agua… -murmura el fogonero bajando de la cabina.
            Julián se aproxima hasta una de las cisternas que se hallan en el trayecto y repone el deseado líquido. Minutos después, el jefe de la estación les indica que pueden proseguir. Berto siente que la brisa acaricia su rostro. Los pajarillos le saludan con su alegre piar desde el cielo azul, oye el silbato que le anuncia que están llegando a Berrocal. Unos chiquillos corren moviendo exageradamente sus brazos desde el andén. Toño, Miguelón y él gritan entusiasmados… Agustín y Julián ríen. Más tarde, franquean las Cañas, Manantiales, Gadea…
-Pronto cruzaremos el primer túnel… -pronuncia el maquinista sin dejar de mirar al frente.
-¿Cuántos túneles hay en el recorrido, padre?
-Pues… Salomón, el Peral, Masegoso, el Manzano y el túnel Chico… Cinco en total.
-¿Cuántas estaciones quedan hasta llegar al puerto, señor Agustín? –pregunta Toño.
-Las Mallas, San Juan y la de Huelva.
            Después de horas de intenso viaje, la locomotora de vapor y sus enardecidos acompañantes llegan hasta el muelle-embarcadero del Tinto. Éste se alza majestuoso en el puerto de la ciudad. Berto y sus amigos lo ven por primera vez y se quedan mudos por la sorpresa.
-Es magnífico, ¿verdad? –dice Agustín Fernández.
            Los niños asienten. Miguelón le pregunta:
-¿Por qué tiene dos plataformas?
-Porque así lo construyeron los ingleses. Por la superior circulan los trenes de minerales y por la inferior los de mercancía.
-Entonces… ¿Nosotros pasaremos por la superior? –le interroga su hijo.
-Sí, así es.
            Julián y el maquinista se miran complacidos por el trabajo bien hecho. Los tres pequeños no pierden detalle de la ría, el desembarcadero, las grúas, el sol, la locomotora… Saben que aquel día jamás lo olvidarán…”
-¡Abuelo, Berto eres tú! –exclama Mario sorprendido.
-Sí, yo era ese niño que ansiaba ser maquinista…
            Don Alberto suspira. Mario le observa durante unos segundos. Luego le pregunta:
-¿Por qué no lo fuiste?
            El anciano aún emocionado por los recuerdos se levanta y recoge la caña de pescar. El pequeño le imita.
-Porque mister Vardy me costeó la carrera de maestro y mi padre siempre quiso que yo estudiara.
-Pero no realizaste tu sueño…
-Sí, tienes razón. –Le alborota los cabellos cariñosamente-. Sin embargo, sé que tú si lo cumplirás… Mi nieto será maquinista de trenes.
-Sí, abuelo, eso seré. –Sonríe alegre-. Te lo prometo.
-Estoy pensando que mañana tú y yo vamos a hacer un viaje...
-¿En tren?
-Sí, iremos hasta Riotinto y te enseñaré todo lo que mi padre y Julián nos mostraron aquel día. Te aseguro, Mario, que siempre lo recordarás.
            Don Alberto y su nieto se sonríen y luego encaminan sus pasos hacia el edificio de estilo neomudéjar que alberga la estación Huelva-Término. Se sientan en un banco y felices contemplan a los pasajeros que esperan la llegada del ferrocarril…






miércoles, 25 de mayo de 2011

Antología "Al este del Arcoíris"

¡Hola, amig@s!
Os escribo para deciros que los editores de Latin Heritage Foundation, entidad con sede en los Estados Unidos de América, que tiene como uno de sus objetivos principales promover las obras de los autores hispanos y divulgar la creación literaria escrita por hombres y mujeres en toda su diversidad lingüística y cultural, han seleccionado cuatro microrrelatos, que colgaré en el blog, en una antología que se titulará "Al este del arcoíris" Así que estoy muy contenta y quiero compartirlo con todos vosotr@s. Besitos. María.

jueves, 19 de mayo de 2011

LIBRO NUEVO

Queridos amig@s:

Os escribo para deciros que la Diputación de Huelva ha publicado un libro de antología de poemas y relatos a la Asociación Literaria Nuevo Horizonte de Huelva titulado "TEJIENDO VERSOS Y RELATOS". Ayer, día 18 de Mayo, fue presentado en el Salón de Plenos de la Diputación de Huelva. Así que estoy muy feliz y mis compañeras y compañero de la Tertulia igualmente. Espero poder ir colgando mis relatos y poemas poco a poco en el blog. Besos. María.

miércoles, 11 de mayo de 2011

MOON

¡Queridos amig@s!

La revista miNatura en su nº 111 me ha publicado el relato "Moon". Espero que os guste. Besitos. María.


MOON
Me fascinan las leyendas artúricas: Camelot, los caballeros de la Tabla Redonda, Avalón, Excalibur… Sin embargo, lo que nunca intuí, aunque soy una bruja, es que aquella madrugada mi abuela Rose y mis tías, Ginebra y Betania, me revelarían el secreto familiar que guardaban con tanto celo…
La luna se refleja en las serenas aguas del estanque y una suave brisa acaricia las hojas de los abedules cuando nos cogemos de las manos. Vestimos túnicas blancas y nuestros rostros expresan alegría y emoción. La abuela me dice:
-Hoy cumples doce años, Moon, y la Dama del Lago quiere entregarte algo.
-¿La Dama del Lago? ¿Quién es? –le pregunto extrañada.
-Se llama Nimue y tiene en su poder la espada del rey Arturo, que hoy te mostrará.
-¿A mí? ¿Por qué…?
-Porque somos brujas, Moon, y Excalibur anhela retornar al lugar que nunca debió abandonar. Tú tienes el poder de devolverla hasta allí –me contesta la tía Ginebra.
            Sorprendida veo cómo una mano emerge de las profundidades del lago con una hoja centelleante: Excalibur. Mi tía Betania aferra la espada y me la entrega tras hacer una genuflexión Me quedo sin habla. Aturdida, impresionada, temerosa… Oigo unos cánticos, voces lejanas que poco a poco me envuelven y sin saber cómo de pronto me hallo en otro lugar…
            Reconozco Avalón, la isla de los manzanos. Sus maravillosas colinas, sus árboles, sus brumas… Las hadas se postran a mi paso. Camino hasta el lecho dorado donde el rey Arturo yace para toda la eternidad. El hada Morgana me sonríe y Excalibur resplandece, brilla igual que la luna al ser colocada en las manos de Arturo. Después, la oscuridad me rodea… Al abrir los ojos, mi abuela y mis tías me abrazan con cariño. Rose murmura:
-Ya eres una bruja de verdad, Moon…

miércoles, 4 de mayo de 2011

¡Hola, amig@s!

Como os comenté en otra entrada gané un concurso con el relato "El maquinista", pues bien... La editorial Obrapropia ha puesto en venta dicho relato por el módico precio de 1,18€. Si os interesa lo podéis descargar en todos los dispositivos que lean el archivo en Pdf, ya sean lectores e-books, Ipads y ordenadores. Entrad en http://www.obrapropia.com/ Se encuentra en la categoría de Premios Digi-book. Muchas gracias. Besos. María.